La alienación social inconsciente se produce por la existencia de la alienación económica. Vamos a ver en que consiste la alienación fundamental económica. Surge el concepto de fuerza de trabajo, que se convierte en una mercancía. La fuerza de trabajo es la capacidad productiva del Hombre. Pues bien, esta mercancía es muy peculiar, porque su consumo produce otras mercancías. Como mercancía que es, está regulada por la ley de la oferta y la demanda; es decir tiene un precio en el mercado. Es retribuida sólo para la reproducción del individuo. El trabajo hecho por la capacidad productiva de la fuerza de trabajo pertenece en su totalidad al comprador de ésta, el empresario. A este hecho se le denomina plusvalía. Pertenece en su totalidad al jefe de empresa. A este nivel se produce la escisión de la personalidad. El trabajador vende una parte de sí mismo, lo que provoca la alienación del individuo. Se ve provisto de dos personalidades: la de trabajador y la de persona. A esto se le denomina esencia humana. Es propio del ser humano el estar dividido. A partir de aquí surgen todas las dualidades del Hombre. Esto resulta de que el hombre no es algo abstracto, sino producto de unas relaciones sociales concretas.
A estas relaciones sociales se las denomina estructura de la producción, en la que se reúnen las dos clases sociales: empresarios poseedores de Capital-dinero y obreros poseedores de la mercancía fuerza de trabajo. El dinero compra la fuerza de trabajo, tiene secuestrado al Trabajo. No se puede producir al margen del Capital. Pues bien, aquí se originan las dualidades del mundo. Son las contradicciones del mundo terrenal y social las que provocan la división de la personalidad. Nacen entonces las dualidades de un mundo desdoblado y doble. Aquí se originan los conceptos duales de alma y cuerpo, de cielo y tierra. Aparece un mundo entre las nubes que es el depositario de las Ideas, como decía Platón, el filósofo griego. Este es el mundo real y verdadero, donde se superan las contradicciones terrenales. Surge entonces la religión, como una autoenajenación del individuo, que le ayuda a vivir en la promesa de habitar un mundo perfecto y una vida mejor. Pero esta alienación religiosa se produce en unas determinadas relaciones sociales que fomentan la existencia y necesidad de la religión.
Surge así el materialismo como desvelador de la contradicción en el sistema económico correspondiente. Los materialistas idealistas como Feuerbach ven el problema del desdoblamiento del mundo de una manera abstracta, mientras que los materialistas históricos ven que es un problema social, de las relaciones de producción.
Desde otro punto de vista, está la noción de neurosis social dominante. Ésta se produce por la represión de la Sexualidad en su conjunto con el Trabajo. La huella de la propiedad privada en la mentalidad de los hombres y mujeres supone la represión del impulso amoroso inicial del carácter genital o libre de inhibiciones. Se forma entonces el yo, en conformidad con su expresión económica en la propiedad privada, que se origina en la vuelta del impulso inicial intensivo y nómada formando el carácter egoísta. El yo está adaptado a las leyes del Capitalismo, por lo que es muy difícil disolver, a pesar de las inhibiciones sexuales que se contraen y en el trabajo, la pérdida del placer. La neurosis tiene su causa en la educación autoritaria, que quiebra la fibra del individuo.
Como la energía se fija en la persona del represor, se consigue que el individuo desee la Autoridad Social y quede adaptado a las exigencias caracterológicas del Capitalismo. El yo es una coraza que insensibiliza a la persona, le hace dócil ante los superiores y tirano con los de abajo. Y sobretodo le prepara para la alienación de la explotación económica.
Se convertirá en un ser resignado con poca capacidad de trabajo, con las cualidades típicas de un ser neurótico, como son: la obediencia jerárquica, el afán de lucro, el beneficio personal, la competitividad, la envidia por su poca capacidad de trabajo, los celos en su trato con los demás hombres y mujeres, la codicia y todas las características y síntomas de la neurosis, que parece ser incurable, por su raigambre en la realidad capitalista.
Desligará en dos la vida: una mundana y la otra celestial. Se guiará por la sumisión a la Autoridad y por su gregariedad. Mantendrá todos los chauvinismos como el sexual, racial y de clase como valores que están por encima de la sociedad. Los cargará sexualmente junto con su inmovilismo. En definitiva, que las cosas sigan igual y eternas. Basadas en la religión o en ideologías dominantes. Los montones de individuos regulares formarán el caldo de cultivo del nacionalismo y de lo gregario. Subordinando el inconsciente a las instituciones y a los grandes conjuntos. Sufrirán debilidad orgásmica y falta de interés en el trabajo. Cargarán el capitalismo hasta en sus formas más mortíferas y lo aplicarán a la familia.
La solución de este dualismo pasa por la crítica teórica y por la práctica revolucionaria. Sólo desaparecerá si se derrumba el modo de producción capitalista. El Hombre recuperará la objetividad del deseo, que antes se veía necesitado debido a su destitución por la organización molar. Con ello se conformaba la economía de mercado, basada en la escasez y en la ideología de la carencia. El deseo se convertía en el miedo a la carencia, cuyo apoyo en el organismo era la castración intensiva del deseo.
El mecanicismo da cuenta del funcionamiento del organismo, pero no de su formación, para lo cual recurre al espiritualismo. Los distintos vitalismos, por el contrario, dan cuenta de la formación, pero no del funcionamiento. Pero lo cierto es que hay tantos vivientes en las máquinas, como máquinas en lo viviente. La esquizofrenia es el proceso productivo del deseo y de las máquinas deseantes. Las máquinas están dispersas por el organismo y los órganos del ser humano se encuentran dispersos por el mundo. Su apropiación por la propiedad privada hace que el hombre que carece de los medios productivos se sienta mutilado. Asignado el deseo en el proceso productivo se da una identidad al producto-producir, formación y funcionamiento. Enseguida se da un vínculo entre la máquina y el deseo; el deseo aparece maquinado y la máquina deseante.
La materia estelar se ha hecho conciencia y ésta estudia el comportamiento de la materia. Se estudia el misterio del origen. Vemos como no hay diferencia entre cielo y tierra, alma y cuerpo, espiritual y corporal, profano y sagrado, etc…
Y aquí encontramos la importancia y potencia del método científico y de la noción de que la naturaleza es objetiva. Aparecen como necesarios el conocimiento objetivo y la única moral compatible con los hechos: la ética del conocimiento.
Pero vemos también la presencia de la dialéctica materialista en el nacimiento de la conciencia de la materia y su vuelta al estudio de la materia. Parece ser que la dialéctica y la objetividad no son opuestas del todo. Son complementarias.
Parece ser que son las contradicciones del modo de producción capitalista las que generan el desdoblamiento del mundo: uno ideal donde se reconcilian las insuperables contradicciones, y otro terrenal imperfecto y alienante por naturaleza.
Las dos nociones que aporta el marxismo son la negación de la idea de rareza o escasez, y a la contra, la pasión como objeto natural y sensible que no carece de nada.
*a partir de aquí es un añadido que quiere hacer Carlos, le he dicho que yo no maqueto y le puedo confirmar si entra o no en la revista, que el miércoles lo habláis, él y tú.
Él me comenta que no le importaría hacerlo como una segunda parte del artículo en caso de que no se pueda añadir en esta revista.
La concepción del mundo desdoblado y doble implica un desprestigio del mundo terrenal, en favor del mundo ideal. Esto obedece a una depreciación del Trabajo, que es propio de las clases bajas. En concomitancia con este hecho, está la idea de que lo bajo hace referencia al lugar de las pasiones peyorativamente consideradas, los bajos instintos. Así pues, se condena al mundo del Trabajo y de la Sexualidad por razones inherentes al funcionamiento del sistema económico, el cual necesita la represión social y sexual para funcionar en sus estrictos límites. La represión social necesita de la represión sexual para que se introduzca en las mentalidades y sea necesitada por la población. Se desea la Autoridad Social con todo lo que indica para la economía sexual del individuo.
En definitiva, es la explotación económica la que aliena al individuo al desprenderse de una parte de su personalidad, al escindírsele de una parte de su cuerpo sin órganos, de su economía sexual que forman la fuerza de trabajo, convertida en mercancía. Esta vida de alienación termina en el desdoblamiento de la vida y del mundo, conformando un mundo ideal que reconcilia al individuo tanto antes como después de la muerte. Y para justificar esta alienación del Hombre, hay que despreciar el Trabajo y las pasiones bajas, que son el elemento animal del ser humano. Para legitimar el poder y dominio de unas clases ociosas que viven de la plusvalía de los obreros, hay que fraguar una ideología que consista en vilipendiar el trabajo, ya que es propio de las clases bajas. Así se construye una ideología nacida de las condiciones materiales del hombre. Consiste en idealizar la vida de los poderosos y en rebajar la noción de trabajo alienado y sin placer. El trabajador se autoenajena con la religión, pero las clases altas empresariales y banqueras también se alienan en el mercado de mercancías. No disponen tampoco de un ser integrado, está tan alienado como el obrero, siendo esclavo de la máquina social, en la que está obligado a beneficiarse personalmente y a explotar fuerza de trabajo humana para no salirse del mercado.
Carlos Santos.