Se nos dice que el complejo de Edipo es signo de nuestros tiempos, que hay que resolverlo por medio de la sublimación. Es producto del sexo en familia. Pero vemos que este hecho resulta de la pérdida de las intensidades biocósmicas y nomádicas del deseo. Con esta pérdida aparecen las personas globales como receptoras del deseo. Se pasa a una organización molar y no molecular. Se ha perdido el orden molecular por el orden u organización molar de la sexualidad. Lo molar se subordina lo molecular. Pues bien, se forman las personas globales, siendo las primeras las de tu familia, que te seducen. Ya se ha caído en la trampa, el sexo aparece en familia y hay que sublimarlo. Se dice: “dejarás tu hermana a otro fuera de la familia”. Y tú correrás en elegir a una sustituta de la hermana para tener sexo con ella. Todo viene por el odio que profesan los hijos frente a los padres por haber tenido relaciones sexuales. Con esto se suelda el deseo con lo imposible. El odio es directamente proporcional a la muestra de respeto por los padres. A más odio más respeto por la pareja a todos los niveles. Se convierten en dependientes de los padres y de las demás parejas. Una vez emparejados, fomentarán la constitución de parejas y se harán amigos de otras parejas. Y se enfadarán con los que no tienen como primer objetivo en la vida casarse o por lo menos emparejarse. A esto se le llama la resolución del complejo de Edipo. Pero la hierba mala no la matarán, la llevarán encima para transmitirla a sus hijos, es decir, el odio al coito de los padres, con lo que todo vuelve a empezar.
Por contra el deseo anedípico habita en los niños que no saben nada del coito de los padres, no se enteran de nada. Éstos, a pesar de la represión sexual de la familia, conservan el deseo biocósmico y nómada. Sexualizarán todo: campos, talleres, estudios, instituciones, juegos, naciones, partidos… Esto lo lograrán conservando las intensidades materiales de su cuerpo. Llegarán a decir sinceramente que lo importante de una pareja no es hacer el amor. Los neuróticos moralistas por compulsión, se confundirán y dirán, no conociendo otra realidad que la suya, que ese hecho es fruto de una gran honestidad. Que ellos también lo piensan así. Pero una cosa es el dicho y otra muy distinta el hecho. Todos sabemos que se casan, cuanto más pronto, más envidia del coito de sus padres, se casan, decimos, por tener relaciones sexuales. Envueltas en una gran moralidad.
No hace falta sublimar nada si se conservan las intensidades materiales, en las cuales recogen la energía de su familia, inconscientemente. Su deseo se poblará de máquinas deseantes.
El complejo de Edipo termina en una cantinela que desarrolla la evidencia de haber querido matar al padre para acostarse con su madre, y en su defecto querer sustituirlo. Esto afecta sobretodo a la clase media de pequeños negocios, a los cuales no quieren perder por la proletarización del Socialismo.
Voy a contar un ejemplo con el que se describe muy bien la situación de cada cual en la escena. Estaban discutiendo acaloradamente en una discoteca un chaval y un hombre de mediana edad. Iban acercándose por el margen de la barra del bar que formaba un círculo. Llegaron hasta mí, y de pronto soltó un puñetazo el joven que me dio a mí. Yo le dije que ahora no sería un fascista si le pegaba porque él me había atacado primero. Es decir los edípicos no se atreven con el padre, el Estado, y golpean al Antiedipo, que soy yo.
Edipo surge con la castración, que ya hemos visto como funciona: dejar las mujeres que no son tuyas para otros. Entonces viene la ideología de la carencia: te falta algo en el deseo, que es el rol masculino o femenino. Edipo es como un yugo que une al hombre y la mujer en una misma dependencia. Te harán pasar por el fantasma de la pérdida de las mujeres: no querrán saber nada de ti. Incitando al odio contra las mujeres. Pero es sólo un fantasma. El “coco” es el capitalismo. Y además adoran ese yugo, que sería el signo del sexo. El Deseo quedaría oculto en una relación de dependencia, dejándolo entre bastidores. De ahí los miedos de los niños por el coco o el fantasma. El Deseo lo unen al castigo y la vigilancia.
Además Edipo se constituye con la negación del Deseo, lo prohibido realmente. Te dicen que no han dicho nada. Son los que dicen que lo que cuenta es la objetividad. Ésta es la realidad que tienen en cuenta, pero con serios problemas para ocultar el Deseo. El fantasma surge como la negación del Deseo, de ahí el miedo a la noche de los niños. Ya de adulto, se te niega la realidad del Deseo, lo percibido con éste. Como solución hay que seguirles el juego y llevarles el argumento hasta el absurdo. Su argumento es que las personas que te aman, son percepciones tuyas, o sea, que te lo imaginas. Que es una aberración psicológica tuya, que te lo inventas. Lo válido es la pareja con las reglas del paternalismo. Hay un machismo en el hombre y en la mujer, son parcelas asignadas a cada cual. Hay axiomas como que la que elige es la mujer. Y juegan con el querer, provocando angustia e inseguridad, para llevar al otro a la dependencia. El padre hace lo mismo con los hijos.
Freud postuló que había que llevar el Deseo al principio de realidad. Concluyó que la represión era causada por la angustia, el instinto de muerte. Por contra, Reich dijo que la angustia era causada por la represión. Postulaba la libertad en el sexo, llegando a afirmar que una salud mental plena se consigue con la potencia orgásmica, hacia la cual se lleva el tratamiento. Pero las relaciones de producción impiden las relaciones sexuales libres y conforman el signo del Deseo, convertido en significante: el falo, alrededor del cual gira la sexualidad que impone la sociedad.
Por último, los que tienen el complejo de Edipo mantienen un deseo gregario enganchado al modo de producción dominante: el capitalismo. Su alegría y tristeza se adhieren a lo que le pase al capital, aunque objetivamente salgan perjudicados. Se estará a merced de la acumulación capitalista, que sólo beneficia a los potentados del capital. Mientras que los anedípicos, se alegrarán de que las cosas le vayan mal al capital, pues su hundimiento definitivo está más cerca. Están enganchados a la protesta y contestación al capitalismo y su ideología dominante.
Les pondrán contentos las huelgas, las manifestaciones y la contestación armada del pueblo llano. Los anedípicos, si no fuera por la jaula edípica que les encierra en forma de instituciones, como por ejemplo, el matrimonio, serían personas muy alegres y sociales. Viven ya dentro de una sociedad convivial, para la convivencia y no para la competitividad para un puesto de trabajo, por ejemplo. Así pues, el deseo gregario del complejo de Edipo funciona enganchado al capitalismo, mientras que el deseo anedípico trabaja para el hundimiento de este mismo sistema.
El deseo gregario implica todos los sometimientos y perversiones del capitalismo, mientras que el deseo nómada busca la plenitud sexual en el orgasmo. Experimentando dulzura y placer ante la vida. Su alegría proviene de su deseo de que cambien las cosas.
Edipo es una mampara de vidrio que no te deja ver la objetividad de un mundo explotador y terrorista. Dentro de Edipo lo que cuenta es la competitividad por un puesto de trabajo. Se vive dentro de la realidad de Edipo, que provoca un egoísmo atroz, nacido de la atomización de la sociedad. Sólo se ve esta competencia por la vida que deforma los problemas de la Humanidad. No se entiende la explotación obrera, creyendo que se paga con el salario todo el trabajo. El comercio es desigual por naturaleza; tiene que ser injusto porque el desarrollo está en función del subdesarrollo. No es que funciona mal, es que funciona como tiene que ser dentro del capitalismo. El capitalismo es un sistema psicopatológico, donde todo funciona necesariamente al revés. Pues bien, Edipo no deja ver la objetividad del proceso histórico y sus desajustes. Con lo cual contribuye a la pobreza y miseria del Tercer Mundo expoliado.
Por contra el ser anedípico ve la objetividad del proceso histórico, al cual se ciñe cuando habla de las contradicciones del capitalismo. Ve los responsables de la situación del planeta: los grandes magnates del Capital, principalmente industriales y banqueros. Y cuales son las soluciones: la socialización de la producción y la Democracia del Trabajo. Todo ello necesariamente elevando la cultura del proletariado hasta equipararse con los científicos y salvando de este modo las diferencias culturales de los trabajadores. Con esta igualdad se termina con el Estado y se abolen las clases sociales, no por una conciencia de clase del proletariado sino por la preparación intelectual de los obreros. Es producto de una manifestación de deseo de la sociedad. Mientras, la penuria sexual es atendida terapéuticamente como fundamental para una salud mental plena. Se erradica de la sociedad, dando como resultado la libertad sexual. Se produce la revolución deseante. Para conseguir la igualdad social hay que liberar la sexualidad de sus ataduras tradicionales y conseguir de este modo el carácter genital libre de inhibiciones sexuales. Se consigue la función sexual y la función de trabajo con una gratificación armónica del primer impulso del Deseo. Se erige el funcionalismo: cuando estás satisfecho sexualmente te entran unas ganas enormes de trabajar, y viceversa.
Post Data: se dice que tus amores por varias personas son imaginaciones tuyas, que te lo inventas. Hay que seguir unos criterios para emparejarte edípicamente, bajo la ley del padre y el paternalismo. Entonces se puede llevar al absurdo este reduccionismo, rechazando lo permitido por la sociedad capitalista, es decir, no echarte novia, desatendiendo por completo el deseo, no entendiendo nada. Se elimina la subjetividad.
Carlos Santos